Esta variedad, cuyos parentales descienden de la conocida Jack Herer, mantiene los rasgos principales de sus padres, como la alta producción y el olor a incienso y limón tan carácterístico de la madre que se emplea, así como una cantidad de resina comparable a geneticas no autoflorecientes. Hablamos de una genética que, aún siendo autofloreciente, alcanza un tamaño de 100-120 cm de altura, con una estructura más similar a las genéticas fotodependientes que conocemos, que a los hibridos autoflorecientes que hemos cultivado a lo largo de estos años. Tanto su sabor como efecto nos recuerdan de donde proviene este híbrido, con un marcado sabor en combustión a incienso y cítricos, y un efecto cerebral digno de su herencia Jack, es una variedad que se disfruta en casi cualquier momento, aunque no es muy apropiada para situaciones donde tengamos que prestar mucha atención.